martes, 13 de enero de 2015

Diferente

Como aún no hay proyectos para probar productos a la vista y mi "hogar" sigue sin estar en las condiciones más adecuadas para probar recetillas (ejem, ejem) voy a seguir por la vía filosófica que caracteriza últimamente a esta servidora.
Os planteo una reflexión que me ocupa últimamente, a ver si me ayudáis a verla desde otro prisma...

¿Por qué nos molesta tanto lo diferente? Nos irrita lo que no es "como siempre ha sido" o como pensamos que debe ser. ¿Por qué nos remueve tanto lo que no comprendemos? Tanto, tanto que, a veces nos obliga a sacar a la luz esa cara que siempre intentamos ocultar al público.

Nos ocurre con cosas, con situaciones que, tachamos de extrañas, de incomprensibles y, nos quitan el sueño literalmente. Nos resistimos a lo desconocido con todas nuestras fuerzas, no le damos una oportunidad porque, cual niño pequeño que irracionalmente no quiere probar la comida, no nos gusta. Nos enrabietamos y frustramos al no entenderlo y no poder cambiarlo. Me parece un desgaste total de energía ¿no es más fácil aceptar cada momento de nuestra vida con humildad, amoldarse a la vivencia de la mejor forma posible e intentar aprender, sacar una experiencia de esa situación?.

Y, lo mismo nos sucede con las personas. Si son diferentes, ya no nos pasan desapercibidas. Ya captan toda nuestra atención. Ya sea por su ropa, su forma de hablar, sus costumbres, sus gustos musicales, su comida, su forma de divertirse, sus decisiones... Si no se parecen al resto, a la norma general, a lo común, a lo que nosotros aceptamos como "bueno"... nos molesta. Es como si no pudiésemos tolerar que otros hagan las cosas de modo diferente a nosotros y se encuentren bien. Como si sólo estuviese bien lo hecho a nuestro modo. Nos incomoda y lo criticamos, faltando al respeto a otros estilos de vida. Porque, ¿qué está bien? ¿lo nuestro es lo bueno? ¿sólo nuestra forma de vestir o alimentarnos es la correcta? ¿dónde está escrita esa norma? ¿nuestras creencias son las verdaderas? ¿las actividades en las que invertimos nuestro tiempo de ocio son las mejores? ¿la música que escucho y los libros que leo son los mejores de todos los tiempos? ¿la educación y el amor que doy a mis hijos es mejor que los que dan el resto de los padres?... Preguntándolo así, podemos observar que creernos tan maravillosos por estar integrados en la norma general y despreciar a los diferentes es bastante ridículo.

Nadie está en posesión de lo bueno y lo mejor. Lo mejor para una persona es aquéllo que le hace sentirse bien, tranquila consigo misma, aunque no tenga nada que ver con la forma de proceder de otras personas. Claro está, siempre comportándonos dentro de unos límites éticos, para no molestar a nadie con nuestra presencia o actitud, y también dentro de unos límites saludables, para que nuestro estilo de vida no sea perjudicial para nuestra propia salud. Pero, siendo esto así ¿por qué habría de molestarle a nadie nuestra filosofía de vida?.

Me confieso, soy diferente. Un poco oveja negra de la sociedad. No hago las cosas como el resto, pero, respeto cualquier tendencia que implique pacifismo, respeto y amor a los demás. Soy tan pacífica que últimamente me veo más asaltada que nunca por todos aquéllos que repudian lo diferente y lo vociferan sin educación. Saben que tengo muy trabajado el autocontrol y muy claras mis decisiones, con lo que no voy a responderles, ni a defenderles mi punto de vista, ni a intentar convencerles de nada, yo no discuto por causas que no me importan, por lo que se crecen y se van a su casa felices y pensando que lo suyo sigue siendo lo mejor. Si así son felices, no tengo nada que aportar.

Pienso que todos deberíamos entrenar más nuestra tolerancia y el aprendizaje de nuevas filosofías de vida. En el respeto empieza la libertad, y con la libertad empieza todo.


2 comentarios:

  1. A mi me gustan las ovejas negras... hacen el mundo más adorable, entretenido y apasionante.

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  2. Jajaja, muchas gracias!! Entretenido si que se hace, si!

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