Aquí estamos empezando el año limpiando y desinfectando!! XD
Esta vez, Trnd nos sorprende dándonos la oportunidad de probar Sanytol Multiusos. Un producto que limpia y desinfecta pero, que no contiene lejía y, es capaz de eliminar el 99,9 % de los gérmenes.
Ya de primeras, parece un buen aliado para ayudar a hacer más fácil el mantenimiento rutinario de la casa. Sobre todo, si encima tienes pequeñajos, mascotas y un cacho de calle, con plantitas, tierra, insectos y demás... Yo lo había visto muchas veces antes en anuncios y en el súper pero, aunque lo miraba con deseo XD, nunca me había animado...
Ahora he podido probarlo tanto en superficies como en suelos y, tengo que decir que la primera impresión en este caso es muy acertada. Limpia de forma fácil todas las superficies, de cualquier material, y digo fácil porque no tienes que limpiar previamente para después pasarlo. Y además, deja un aroma muy agradable y fresquito.
Te da buena sensación pensar que además estás desinfectando y "matando bichos", más a nosotros que este finde nos ha rondado en casa el virus de la gripe en su versión más expansiva, así que literalmente he seguido a mi pequeñín con el Sanytol allá por donde iba estornudando. Y mira, de momento no lo hemos cogido ninguno más...
Además, no mancha, ni es irritante ni desprende vapores, con lo que, como os contaba lo puedes ir pasando sobre la marcha, sin esperar a que no haya nadie en la casa, ventilar... y todo ese engorro que se lía cada vez que se limpia en profundidad con otros productos.
Se puede utilizar en la cocina, baño, en las zonas de las mascotas o de los juegos de los niños y hasta en los textiles.
Me ha convencido mucho y seguiré probandolo, pero creo, que me estoy enviciando, jejeje, y cuando se me acabe no quedará más remedio que comprar otra botellita.
¿Lo habéis probado? ¿Os animáis?
lunes, 26 de enero de 2015
miércoles, 21 de enero de 2015
Mi primer pastel de microondas chispas!!
Riquísimo, con connotaciones a la fabulosa tarta de chocolate que preparaba mi abuela para todos los cumples, fácil, rápido, divertido de preparar con niños, mancha poco y puedes aprovechar sobrillas... ¿qué más se le puede pedir?.
El lunes tarde había muchas cosas que celebrar, entre ellas que papi volvía pronto del trabajo precisamente para festejar que todo ha vuelto a su sitio.
Así que, los mini chefs y yo pusimos una cafetera con el café rico que nos trajeron los reyes y nos animamos con una recetilla rápida de "La cocina de Virtu" pero un poco modificada a los ingredientes que teníamos por allí.
Ingredientes que usamos:
- 30 galletas rotas en un bol. La receta original decía tipo Maria pero yo tenía por ahí abierto un paquete de Tostaricas que no cayó en gracia y decidí darle un final honorable.
- 2 huevos. En la receta original ponía 4 pero me pareció un poco exagerado, creo que no le he echado tantos huevos a nada en mi vida... X"D
- 1 vaso de aceite de oliva.
- 1 vaso de leche (puede sustituirse por cualquier bebida vegetal)
- 1 vaso de azúcar. A la próxima reduciré esta cantidad porque las galletitas ya le dan sabor agradable al pastel y tienen bastante azúcar.
- 1 vaso de colacao. También he reducido de la receta original y queda negro, negro... No hace falta más.
- ralladura de limón y mandarina (ésto es inventado por nosotros, pero le dió toque...)
- 1 sobre de levadura química
Se bate todo muy bien. Se mete en un molde apto para microondas a máxima potencia durante 14 minutos y,... aunque no lo creí hasta verlo, sale un bizcocho en plan brownie riquísimo (por lo que también admite que le echemos frutos secos tipo nueces), que se puede comer solito o utilizar de base para tarta. Nosotros le echamos por encima chocolate de repostería derretido al baño maría (en el microondas también) y lacasitos, perlitas, hormigas de colores y copos de nieve de azúcar, en fin, los mini chefs mandaban!!
Supongo que la receta entera se puede reproducir en horno, el micro sólo te da la rapidez para tener el bollito listo para la hora de la merienda.
Espero que os guste! En mi casa que somos como termitas, sólo quedó ésto para poder sacaros una fotito...
El lunes tarde había muchas cosas que celebrar, entre ellas que papi volvía pronto del trabajo precisamente para festejar que todo ha vuelto a su sitio.
Así que, los mini chefs y yo pusimos una cafetera con el café rico que nos trajeron los reyes y nos animamos con una recetilla rápida de "La cocina de Virtu" pero un poco modificada a los ingredientes que teníamos por allí.
Ingredientes que usamos:
- 30 galletas rotas en un bol. La receta original decía tipo Maria pero yo tenía por ahí abierto un paquete de Tostaricas que no cayó en gracia y decidí darle un final honorable.
- 2 huevos. En la receta original ponía 4 pero me pareció un poco exagerado, creo que no le he echado tantos huevos a nada en mi vida... X"D
- 1 vaso de aceite de oliva.
- 1 vaso de leche (puede sustituirse por cualquier bebida vegetal)
- 1 vaso de azúcar. A la próxima reduciré esta cantidad porque las galletitas ya le dan sabor agradable al pastel y tienen bastante azúcar.
- 1 vaso de colacao. También he reducido de la receta original y queda negro, negro... No hace falta más.
- ralladura de limón y mandarina (ésto es inventado por nosotros, pero le dió toque...)
- 1 sobre de levadura química
Se bate todo muy bien. Se mete en un molde apto para microondas a máxima potencia durante 14 minutos y,... aunque no lo creí hasta verlo, sale un bizcocho en plan brownie riquísimo (por lo que también admite que le echemos frutos secos tipo nueces), que se puede comer solito o utilizar de base para tarta. Nosotros le echamos por encima chocolate de repostería derretido al baño maría (en el microondas también) y lacasitos, perlitas, hormigas de colores y copos de nieve de azúcar, en fin, los mini chefs mandaban!!
Supongo que la receta entera se puede reproducir en horno, el micro sólo te da la rapidez para tener el bollito listo para la hora de la merienda.
Espero que os guste! En mi casa que somos como termitas, sólo quedó ésto para poder sacaros una fotito...
lunes, 19 de enero de 2015
Pero qué es el yoga??
Hoy voy a intentar despejar algunas dudas de carácter general que siempre surgen cuando sale el tema del yoga...
Pues aunque muchas personas así lo piensen, el yoga no es una religión, para practicarlo, no importan las creencias personales. La palabra yoga significa unión y en términos muy básicos, se puede definir como un entrenamiento compuesto por posturas (asanas) y control de la respiración (pranayama) que excedería del plano físico para conectar éste con el plano mental. Lo que es clave para alcanzar el equilibrio físico, emocional y mental.
Si este entrenamiento se considera como una ciencia, se podría asegurar que es la más antigua practicada por el ser humano. La prueba arqueológica más antigua encontrada data aproximadamente del 3000 aC. Desde sus orígenes, su influencia fue constante y profunda en toda Asia, de ahí la existencia de diferentes tipos de yoga, budista, chino, tibetano, hindú,...
Uno de los maestros más influyentes fue Iyengar (1918-2014) que introdujo el famoso Hatha Yoga en Occidente. Ha significa Sol y Tha, Luna por lo tanto es el yoga de los contrarios y del equilibrio. Este tipo de yoga se basa en la realización de secuencias de asanas desarrolladas para lograr el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Del mismo modo, se consigue activar el flujo de la energía (prana) por estimulación de las glándulas endocrinas a través de estas posturas corporales.
Aproximadamente en el año 500 aC, Patanjali recopiló todo el conocimiento existente acerca del yoga hasta la fecha en los Yoga Sutras, que constituyen la filosofía básica reconocida de forma general por todas las vertientes y escuelas de yoga. Los Yoga Sutras muestran los ocho caminos del yoga (Ashtanga): Yama (virtudes morales), Niyama (actos de autodisciplina), Asana (posturas), Pranayama (control de la respiración), Pratyahara (dirigir nuestra conciencia hacia el interior), Dharana (concentración en un objeto), Dhyana (meditación, o concentración sin foco) y Samadhi (estado de lucidez al que se aspira).
No hace falta estar en forma física cual atleta, ser joven, ser muy elástico o tener creencias espirituales, aunque el tener una mente abierta a experimentar siempre ayuda con cualquier técnica ;). Cualquier persona puede practicar yoga y beneficiarse de él, ya que existe un tipo especial de técnica para cada tipo de personalidad y temperamento. Es lo mismo ser anciano, que niño, que hombre o mujer.
Con el yoga estiramos nuestro cuerpo, rejuvenecemos nuestras células al aportarles más oxígeno, reducimos la tensión y el estrés, nos calmamos y serenamos pero también obtenemos energía y vitalidad. Con dedicarle un poco de tiempo ya se pueden notar cambios positivos en nuestra manera de ver la vida y percibir la rutina.
Pues aunque muchas personas así lo piensen, el yoga no es una religión, para practicarlo, no importan las creencias personales. La palabra yoga significa unión y en términos muy básicos, se puede definir como un entrenamiento compuesto por posturas (asanas) y control de la respiración (pranayama) que excedería del plano físico para conectar éste con el plano mental. Lo que es clave para alcanzar el equilibrio físico, emocional y mental.
Si este entrenamiento se considera como una ciencia, se podría asegurar que es la más antigua practicada por el ser humano. La prueba arqueológica más antigua encontrada data aproximadamente del 3000 aC. Desde sus orígenes, su influencia fue constante y profunda en toda Asia, de ahí la existencia de diferentes tipos de yoga, budista, chino, tibetano, hindú,...
Uno de los maestros más influyentes fue Iyengar (1918-2014) que introdujo el famoso Hatha Yoga en Occidente. Ha significa Sol y Tha, Luna por lo tanto es el yoga de los contrarios y del equilibrio. Este tipo de yoga se basa en la realización de secuencias de asanas desarrolladas para lograr el equilibrio entre el cuerpo y la mente. Del mismo modo, se consigue activar el flujo de la energía (prana) por estimulación de las glándulas endocrinas a través de estas posturas corporales.
Aproximadamente en el año 500 aC, Patanjali recopiló todo el conocimiento existente acerca del yoga hasta la fecha en los Yoga Sutras, que constituyen la filosofía básica reconocida de forma general por todas las vertientes y escuelas de yoga. Los Yoga Sutras muestran los ocho caminos del yoga (Ashtanga): Yama (virtudes morales), Niyama (actos de autodisciplina), Asana (posturas), Pranayama (control de la respiración), Pratyahara (dirigir nuestra conciencia hacia el interior), Dharana (concentración en un objeto), Dhyana (meditación, o concentración sin foco) y Samadhi (estado de lucidez al que se aspira).
No hace falta estar en forma física cual atleta, ser joven, ser muy elástico o tener creencias espirituales, aunque el tener una mente abierta a experimentar siempre ayuda con cualquier técnica ;). Cualquier persona puede practicar yoga y beneficiarse de él, ya que existe un tipo especial de técnica para cada tipo de personalidad y temperamento. Es lo mismo ser anciano, que niño, que hombre o mujer.
Con el yoga estiramos nuestro cuerpo, rejuvenecemos nuestras células al aportarles más oxígeno, reducimos la tensión y el estrés, nos calmamos y serenamos pero también obtenemos energía y vitalidad. Con dedicarle un poco de tiempo ya se pueden notar cambios positivos en nuestra manera de ver la vida y percibir la rutina.
Los Vedas, las escrituras sagradas en las que se habla del Yoga |
sábado, 17 de enero de 2015
Uniendo cuerpo y mente
No recuerdo cuánto tiempo hace que el Yoga se cruzó en mi camino...
Hace mucho.
Supongo que estaba en el instituto, y entre apuntes, deberes, hormonas, etc, etc... fuí un día por la Gran Vía de paseo con las amigas y, como solíamos hacer me metí al FNAC o la Casa del Libro. Por aquel entonces, no había tanto merchandising como ahora, así que lo único interesante era... mirar libros, claro está. Como me ha ocurrido siempre, el estante de las terapias alternativas tiro de mí como un imán alejándome del resto del grupo, y, lo ví. Ahí estaba el libro de Yoga para principiantes cuyo destino era abrirme la puerta a ese mundo desconocido que me atraía tanto. Me bebí ese libro muchas veces y absorbí las palabrejas que mis ojos veían pero no entendían bien, dado su grado de abstracción. Intenté todos los ejercicios que explicaban sus páginas, una y otra vez, unas mejor que otras, me hacía listas de cuáles hacer y programaba horarios para realizar mi entrenamiento diario, durante mi adolescencia y, también de más mayor...
Pasados los años fueron cayendo otros cuantos libros en la misma línea pero más avanzados, de hecho mirándolo en perspectiva creo que ha habido un yoga para cada momento importante en mi vida, yoga para embarazadas, yoga para los nervios y la concentración, yoga para iniciarse en la meditación, yoga para niños, power yoga para ponerme en forma, etc... Probé también con dvds y clases, jugueteé con el Pilates y el Tai-chi, y volví al yoga otra vez.
Cogí lo mejor de cada uno para mí y me hice una especie de playlist con lo que más me gustaba, que he reproducido hasta la extenuación: en casa, con mi chico y con los niños, con mis hermanas, en el parque, de visita, de vacaciones y, confieso, hasta en el trabajo los días que no había mucha gente, jejeje.
Cuando terminaba 2014 me puse a meditar en esta conexión constante que existe entre esta filosofía maravillosa de vida y mi vida, y llegué a la conclusión de que esta relación tan estable y duradera se merecía que diera un paso más. Y lo dí. Ahora me estoy formando de manera responsable en este aprendizaje inagotable para, muy pronto, poder compartir este conocimiento fabuloso con todas las personas que gusten de acercarse al yoga de mi mano.
No sé si finalmente me absorberá y atraerá tanto que me hará abandonar muchos otros elementos de mi vida por el camino, simplemente me dejo llevar y será lo que deba ser. Por el momento, mientras disfruto del camino lo que sí puedo compartir con vosotros son aquéllos conocimientos curiosos que me vaya encontrando, así que, no os sorprendáis mucho si próximamente vais encontrando alguna entrada que otra de más sobre estos temas.
Namasté, jejeje
Hace mucho.
Supongo que estaba en el instituto, y entre apuntes, deberes, hormonas, etc, etc... fuí un día por la Gran Vía de paseo con las amigas y, como solíamos hacer me metí al FNAC o la Casa del Libro. Por aquel entonces, no había tanto merchandising como ahora, así que lo único interesante era... mirar libros, claro está. Como me ha ocurrido siempre, el estante de las terapias alternativas tiro de mí como un imán alejándome del resto del grupo, y, lo ví. Ahí estaba el libro de Yoga para principiantes cuyo destino era abrirme la puerta a ese mundo desconocido que me atraía tanto. Me bebí ese libro muchas veces y absorbí las palabrejas que mis ojos veían pero no entendían bien, dado su grado de abstracción. Intenté todos los ejercicios que explicaban sus páginas, una y otra vez, unas mejor que otras, me hacía listas de cuáles hacer y programaba horarios para realizar mi entrenamiento diario, durante mi adolescencia y, también de más mayor...
Pasados los años fueron cayendo otros cuantos libros en la misma línea pero más avanzados, de hecho mirándolo en perspectiva creo que ha habido un yoga para cada momento importante en mi vida, yoga para embarazadas, yoga para los nervios y la concentración, yoga para iniciarse en la meditación, yoga para niños, power yoga para ponerme en forma, etc... Probé también con dvds y clases, jugueteé con el Pilates y el Tai-chi, y volví al yoga otra vez.
Cogí lo mejor de cada uno para mí y me hice una especie de playlist con lo que más me gustaba, que he reproducido hasta la extenuación: en casa, con mi chico y con los niños, con mis hermanas, en el parque, de visita, de vacaciones y, confieso, hasta en el trabajo los días que no había mucha gente, jejeje.
Cuando terminaba 2014 me puse a meditar en esta conexión constante que existe entre esta filosofía maravillosa de vida y mi vida, y llegué a la conclusión de que esta relación tan estable y duradera se merecía que diera un paso más. Y lo dí. Ahora me estoy formando de manera responsable en este aprendizaje inagotable para, muy pronto, poder compartir este conocimiento fabuloso con todas las personas que gusten de acercarse al yoga de mi mano.
No sé si finalmente me absorberá y atraerá tanto que me hará abandonar muchos otros elementos de mi vida por el camino, simplemente me dejo llevar y será lo que deba ser. Por el momento, mientras disfruto del camino lo que sí puedo compartir con vosotros son aquéllos conocimientos curiosos que me vaya encontrando, así que, no os sorprendáis mucho si próximamente vais encontrando alguna entrada que otra de más sobre estos temas.
Namasté, jejeje
Mrs Bean se os hace yogui... |
martes, 13 de enero de 2015
Diferente
Como aún no hay proyectos para probar productos a la vista y mi "hogar" sigue sin estar en las condiciones más adecuadas para probar recetillas (ejem, ejem) voy a seguir por la vía filosófica que caracteriza últimamente a esta servidora.
Os planteo una reflexión que me ocupa últimamente, a ver si me ayudáis a verla desde otro prisma...
¿Por qué nos molesta tanto lo diferente? Nos irrita lo que no es "como siempre ha sido" o como pensamos que debe ser. ¿Por qué nos remueve tanto lo que no comprendemos? Tanto, tanto que, a veces nos obliga a sacar a la luz esa cara que siempre intentamos ocultar al público.
Nos ocurre con cosas, con situaciones que, tachamos de extrañas, de incomprensibles y, nos quitan el sueño literalmente. Nos resistimos a lo desconocido con todas nuestras fuerzas, no le damos una oportunidad porque, cual niño pequeño que irracionalmente no quiere probar la comida, no nos gusta. Nos enrabietamos y frustramos al no entenderlo y no poder cambiarlo. Me parece un desgaste total de energía ¿no es más fácil aceptar cada momento de nuestra vida con humildad, amoldarse a la vivencia de la mejor forma posible e intentar aprender, sacar una experiencia de esa situación?.
Y, lo mismo nos sucede con las personas. Si son diferentes, ya no nos pasan desapercibidas. Ya captan toda nuestra atención. Ya sea por su ropa, su forma de hablar, sus costumbres, sus gustos musicales, su comida, su forma de divertirse, sus decisiones... Si no se parecen al resto, a la norma general, a lo común, a lo que nosotros aceptamos como "bueno"... nos molesta. Es como si no pudiésemos tolerar que otros hagan las cosas de modo diferente a nosotros y se encuentren bien. Como si sólo estuviese bien lo hecho a nuestro modo. Nos incomoda y lo criticamos, faltando al respeto a otros estilos de vida. Porque, ¿qué está bien? ¿lo nuestro es lo bueno? ¿sólo nuestra forma de vestir o alimentarnos es la correcta? ¿dónde está escrita esa norma? ¿nuestras creencias son las verdaderas? ¿las actividades en las que invertimos nuestro tiempo de ocio son las mejores? ¿la música que escucho y los libros que leo son los mejores de todos los tiempos? ¿la educación y el amor que doy a mis hijos es mejor que los que dan el resto de los padres?... Preguntándolo así, podemos observar que creernos tan maravillosos por estar integrados en la norma general y despreciar a los diferentes es bastante ridículo.
Nadie está en posesión de lo bueno y lo mejor. Lo mejor para una persona es aquéllo que le hace sentirse bien, tranquila consigo misma, aunque no tenga nada que ver con la forma de proceder de otras personas. Claro está, siempre comportándonos dentro de unos límites éticos, para no molestar a nadie con nuestra presencia o actitud, y también dentro de unos límites saludables, para que nuestro estilo de vida no sea perjudicial para nuestra propia salud. Pero, siendo esto así ¿por qué habría de molestarle a nadie nuestra filosofía de vida?.
Me confieso, soy diferente. Un poco oveja negra de la sociedad. No hago las cosas como el resto, pero, respeto cualquier tendencia que implique pacifismo, respeto y amor a los demás. Soy tan pacífica que últimamente me veo más asaltada que nunca por todos aquéllos que repudian lo diferente y lo vociferan sin educación. Saben que tengo muy trabajado el autocontrol y muy claras mis decisiones, con lo que no voy a responderles, ni a defenderles mi punto de vista, ni a intentar convencerles de nada, yo no discuto por causas que no me importan, por lo que se crecen y se van a su casa felices y pensando que lo suyo sigue siendo lo mejor. Si así son felices, no tengo nada que aportar.
Pienso que todos deberíamos entrenar más nuestra tolerancia y el aprendizaje de nuevas filosofías de vida. En el respeto empieza la libertad, y con la libertad empieza todo.
Os planteo una reflexión que me ocupa últimamente, a ver si me ayudáis a verla desde otro prisma...
¿Por qué nos molesta tanto lo diferente? Nos irrita lo que no es "como siempre ha sido" o como pensamos que debe ser. ¿Por qué nos remueve tanto lo que no comprendemos? Tanto, tanto que, a veces nos obliga a sacar a la luz esa cara que siempre intentamos ocultar al público.
Nos ocurre con cosas, con situaciones que, tachamos de extrañas, de incomprensibles y, nos quitan el sueño literalmente. Nos resistimos a lo desconocido con todas nuestras fuerzas, no le damos una oportunidad porque, cual niño pequeño que irracionalmente no quiere probar la comida, no nos gusta. Nos enrabietamos y frustramos al no entenderlo y no poder cambiarlo. Me parece un desgaste total de energía ¿no es más fácil aceptar cada momento de nuestra vida con humildad, amoldarse a la vivencia de la mejor forma posible e intentar aprender, sacar una experiencia de esa situación?.
Y, lo mismo nos sucede con las personas. Si son diferentes, ya no nos pasan desapercibidas. Ya captan toda nuestra atención. Ya sea por su ropa, su forma de hablar, sus costumbres, sus gustos musicales, su comida, su forma de divertirse, sus decisiones... Si no se parecen al resto, a la norma general, a lo común, a lo que nosotros aceptamos como "bueno"... nos molesta. Es como si no pudiésemos tolerar que otros hagan las cosas de modo diferente a nosotros y se encuentren bien. Como si sólo estuviese bien lo hecho a nuestro modo. Nos incomoda y lo criticamos, faltando al respeto a otros estilos de vida. Porque, ¿qué está bien? ¿lo nuestro es lo bueno? ¿sólo nuestra forma de vestir o alimentarnos es la correcta? ¿dónde está escrita esa norma? ¿nuestras creencias son las verdaderas? ¿las actividades en las que invertimos nuestro tiempo de ocio son las mejores? ¿la música que escucho y los libros que leo son los mejores de todos los tiempos? ¿la educación y el amor que doy a mis hijos es mejor que los que dan el resto de los padres?... Preguntándolo así, podemos observar que creernos tan maravillosos por estar integrados en la norma general y despreciar a los diferentes es bastante ridículo.
Nadie está en posesión de lo bueno y lo mejor. Lo mejor para una persona es aquéllo que le hace sentirse bien, tranquila consigo misma, aunque no tenga nada que ver con la forma de proceder de otras personas. Claro está, siempre comportándonos dentro de unos límites éticos, para no molestar a nadie con nuestra presencia o actitud, y también dentro de unos límites saludables, para que nuestro estilo de vida no sea perjudicial para nuestra propia salud. Pero, siendo esto así ¿por qué habría de molestarle a nadie nuestra filosofía de vida?.
Me confieso, soy diferente. Un poco oveja negra de la sociedad. No hago las cosas como el resto, pero, respeto cualquier tendencia que implique pacifismo, respeto y amor a los demás. Soy tan pacífica que últimamente me veo más asaltada que nunca por todos aquéllos que repudian lo diferente y lo vociferan sin educación. Saben que tengo muy trabajado el autocontrol y muy claras mis decisiones, con lo que no voy a responderles, ni a defenderles mi punto de vista, ni a intentar convencerles de nada, yo no discuto por causas que no me importan, por lo que se crecen y se van a su casa felices y pensando que lo suyo sigue siendo lo mejor. Si así son felices, no tengo nada que aportar.
Pienso que todos deberíamos entrenar más nuestra tolerancia y el aprendizaje de nuevas filosofías de vida. En el respeto empieza la libertad, y con la libertad empieza todo.
jueves, 8 de enero de 2015
Navidades.... para crecer
Ya estoy de vuelta, afectada por las noticias terribles que llegaban ayer desde Francia. Estos sucesos ilógicos siempre me remueven, mucho. Y, yo ya estaba bastante removida por las pasadas navidades, las más extrañas que he vivido... Así que, ha sido la gota que colmó el vaso...
No, no me he ido a ningún sitio físicamente pero, mentalmente, si me hubiera ido a un monasterio budista en el Tíbet no me hubieran descolocado tanto.
Es que hay veces que todo se dispone o te lo disponen desde instancias superiores (me vuelvo muy espiritual cuando las cosas no alcanzan explicaciones razonables y científicas...) para remover todo lo conocido, todo lo cuidadosamente colocado en nuestras vidas, levantarlo por los aires a modo de tornado, barajarlo y soltarlo al azar, generando el caos y la desesperación y la impotencia.
Si lo tomamos con humor (aunque también son necesarias unas pocas lágrimas para soltar la presión que, si no, te haría explotar) podemos pensar que esta forma obligatoria que te provoca la vida a veces de salir de lo conocido, lo familiar, lo confortable, lo arraigado, lo tradicional,... es necesaria para hacer una limpieza interior y poder ver cosas desde otros puntos de vista, para estirarte mucho y conocer tus limitaciones y fortalezas ocultas, para confirmar quién es tu compañero en la vida, el que siempre está a tu lado y no te deja caer jamás, para sentir el amor en su forma más pura y cálida, cuando no te queda nada más en el mundo para ofrecer que este sentimiento tan maravilloso.
He viajado al pasado, he paseado, tomándome todo el tiempo del mundo, por recuerdos ya olvidados hace bastante, me he reconciliado con partes de mi vida que, sin saberlo, añoraba.
He sido fuerte como la piedra y me he dejado cuidar como a una niña, como hacía años no dejaba que lo hiciera nadie.
He aprendido, mucho y he agradecido, a las personas, al destino, a la vida,... Por, dentro de la adversidad, poder contar con ese abrazo, esa mano y esa sonrisa. Porque no me permitan acomodarme sobre bases que no están bien construidas.
He conocido a personas que ya creía conocer y juzgaba alegremente. No tenía derecho, no sin compartir su vida, no si siempre me han tendido una mano que no he querido coger. Por otra parte, he descubierto rasgos ocultos en personas muy cercanas, que no conocía y que me han asustado. Y todo ello, sin un lugar físico en el que refugiarme. Mi refugio han sido las personas estas navidades. No hemos tenido muchos regalos materiales, hemos tenido amor en muchas direcciones. Y me ha llenado y rodeado de una forma increíble.
He caído, una y otra vez, y, sigo cayendo porque el aprendizaje no terminó con la Nochevieja o el día de Reyes. Ojalá fuera así, pero los aprendizajes de la vida no terminan cuando uno quiere sino cuando debe ser. Seguiremos creando una nueva filosofía de vida para aceptar el destino. Forjando la paciencia infinita para seguir independientemente de las condiciones. Endureciendo la esperanza con capas de cemento. Buscando soluciones siempre (somos especialistas en ésto ya), limpiando a fondo y colocando.
No me quejo, no han sido unas navidades malas, tan sólo desconocidas, desconcertantes y desequilibrantes, lo suficiente para que el día 6 guardase todos los adornitos de casa con cariño pero, con ganas, con la esperanza de que cuando vuelva a abrir esa caja, todo haya encontrado su lugar correcto.
No, no me he ido a ningún sitio físicamente pero, mentalmente, si me hubiera ido a un monasterio budista en el Tíbet no me hubieran descolocado tanto.
Es que hay veces que todo se dispone o te lo disponen desde instancias superiores (me vuelvo muy espiritual cuando las cosas no alcanzan explicaciones razonables y científicas...) para remover todo lo conocido, todo lo cuidadosamente colocado en nuestras vidas, levantarlo por los aires a modo de tornado, barajarlo y soltarlo al azar, generando el caos y la desesperación y la impotencia.
Si lo tomamos con humor (aunque también son necesarias unas pocas lágrimas para soltar la presión que, si no, te haría explotar) podemos pensar que esta forma obligatoria que te provoca la vida a veces de salir de lo conocido, lo familiar, lo confortable, lo arraigado, lo tradicional,... es necesaria para hacer una limpieza interior y poder ver cosas desde otros puntos de vista, para estirarte mucho y conocer tus limitaciones y fortalezas ocultas, para confirmar quién es tu compañero en la vida, el que siempre está a tu lado y no te deja caer jamás, para sentir el amor en su forma más pura y cálida, cuando no te queda nada más en el mundo para ofrecer que este sentimiento tan maravilloso.
He viajado al pasado, he paseado, tomándome todo el tiempo del mundo, por recuerdos ya olvidados hace bastante, me he reconciliado con partes de mi vida que, sin saberlo, añoraba.
He sido fuerte como la piedra y me he dejado cuidar como a una niña, como hacía años no dejaba que lo hiciera nadie.
He aprendido, mucho y he agradecido, a las personas, al destino, a la vida,... Por, dentro de la adversidad, poder contar con ese abrazo, esa mano y esa sonrisa. Porque no me permitan acomodarme sobre bases que no están bien construidas.
He conocido a personas que ya creía conocer y juzgaba alegremente. No tenía derecho, no sin compartir su vida, no si siempre me han tendido una mano que no he querido coger. Por otra parte, he descubierto rasgos ocultos en personas muy cercanas, que no conocía y que me han asustado. Y todo ello, sin un lugar físico en el que refugiarme. Mi refugio han sido las personas estas navidades. No hemos tenido muchos regalos materiales, hemos tenido amor en muchas direcciones. Y me ha llenado y rodeado de una forma increíble.
He caído, una y otra vez, y, sigo cayendo porque el aprendizaje no terminó con la Nochevieja o el día de Reyes. Ojalá fuera así, pero los aprendizajes de la vida no terminan cuando uno quiere sino cuando debe ser. Seguiremos creando una nueva filosofía de vida para aceptar el destino. Forjando la paciencia infinita para seguir independientemente de las condiciones. Endureciendo la esperanza con capas de cemento. Buscando soluciones siempre (somos especialistas en ésto ya), limpiando a fondo y colocando.
No me quejo, no han sido unas navidades malas, tan sólo desconocidas, desconcertantes y desequilibrantes, lo suficiente para que el día 6 guardase todos los adornitos de casa con cariño pero, con ganas, con la esperanza de que cuando vuelva a abrir esa caja, todo haya encontrado su lugar correcto.
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