martes, 21 de octubre de 2014

Reencuentro

A veces las circunstancias de la vida te llevan a alejarte de las personas que quieres. 

No sabes bien cómo ocurre, qué provoca esa situación. 
Puede que alguien te haya ofendido o, quizá no... 
Pero, el caso, es que te ves inmerso en ella, y la confusión, y a veces también el enfado irracional y un rencor absurdo, te nublan, y la pereza te paraliza, te impide avanzar y buscar solución. 

Incluso, hay veces que simplemente te dejas llevar por la corriente, sin pensar en nada salvo en ti y en tus preocupaciones que ya es bastante, con esa actitud infantil tan cómoda para un adulto ocupado y responsable, que delega y culpa de todo a terceros y, te alejas. Y, dejas pasar el tiempo. Y, tu vida sigue, con sus cosas.

Y, supones, porque no tienes la certeza, que las vidas de ellos también transcurre normalmente y te alegras aunque, ya no compartís nada. Nada. Ni risas, ni fiestas, ni preocupaciones, ni recuerdos... Los lazos se han roto, cada uno tomó su camino. En algunos casos, muy lejos del otro. 

Pasado el tiempo y visto en perspectiva, te haces mayor, tienes que evolucionar, todo lo ocurrido en el pasado te parece una tontería, pero, en ese mismo momento se abre un abismo bajo tus pies porque, pasado tantos años ya no encuentras el camino de retorno. 

Además, es fácil ponerte excusas, estudiar las dificultades, respaldarte en la visión de las otras personas cercanas que también quieres mucho pero que no han dado el salto ni quieren darlo. No les gusta que las cosas cambien porque les desestabiliza y les remueve de un modo mareante, que no pueden soportar. Se sienten cómodos bañándose en la amargura de ciertos recuerdos, creciéndose con la ira que éstos les provocan, una y otra vez, y no tienen más intención que quedarse ahí para siempre. Y te sujetan, con las cuerdas más fuertes que existen, las de la sangre. Y te amenazan, con la peor de las armas, su atención. Y te asustan, mucho, por hacerte imaginar la posibilidad de apartarte, una vez más.

Pero, por más miedo y vértigo que dé, si quieres avanzar no hay más remedio. Puede que pierdas la estabilidad pero, si tienes que dejar por el camino a los que se quieren quedar estancados, debes hacerlo, no tienes fuerzas suficientes para sacarlos de ahí porque si no tienen voluntad, no se moverán. Y tú, tampoco. Te juegas su compañía y el temor a la soledad te hace temblar pero, en ocasiones la soledad es la mejor amiga ya que va de la mano de la independencia, y, el estancamiento, nunca será una opción.

Así que, corre hacia quien te quiere sin rencores, hacia quien solo te abraza y no hace preguntas, hacia quien te ve hoy como si ayer fuera el último día que lo hizo aunque, haya pasado una vida entera, hacia quien se alegra por ti en la distancia como si fuera de tu mano todos los días.

El reencuentro... Siente su calor, su familiaridad, contagiate de su risa, no te pierdas su compañía, comparte, conoce a los recién llegados, aprende otras filosofías de vida, hazlo ahora o te arrepentirás siempre, aléjate de todo lo establecido, llega hasta el límite, asómate al acantilado... Todo se remueve, si, pero cuando vuelve a su sitio se coloca como debe.

Reencuentro... cómo me alegro de haber vuelto a vernos.

El acantilado al que me asomé...

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