En realidad, no me había ido a ningún sitio, bueno sí, quise huir una temporada de... internet, de las redes sociales, de las pruebas de productos (en las que ya sólo seleccionan a gente que vive en el ciberespacio por lo que, su opinión no debe ser muy real...) y en general, de todo lo que me obligue a llevar la cabeza baja y a no disfrutar del cielo, de las nubes, de la luna, del aroma a flores, del frío, de unos ojos bonitos, de una experiencia irrepetible, de los cambios de estación... Y, si me iba, me iba del blog también X(
Los mensajes instantáneos es lo único que no pude abandonar porque tengo que utilizarlos bastante en el trabajo, pero, puse en el móvil una alerta que me avisase y bloquease la app si durante el día excedía un tiempo que yo había establecido como óptimo y saludable para comunicarme con mensajitos. Además, por salud mental, silencié grupos de padres, vecinos, etc, etc...
Todo empezó como un experimento personal, un reto. Puede parecer una bobada pero vivimos inmersos en este mundo y le dedicamos demasiado tiempo, por lo que me dió por pensar y preguntarme en cuánto tiempo podría pasarme sin mirar las redes (la respuesta, más abajo), en si los likes en realidad eran importantes para mí o si el que una publicación gustara menos convertía el objeto de esa publicación en mediocre o lo deslucía de alguna forma (aunque a mí me hubiera parecido una experiencia maravillosa) o hacía que yo ya no cayera tan bien a mis seguidores...
Otras cuestiones que vinieron después fueron:
¿por qué queremos enseñar públicamente algo de nuestra vida?, ¿qué obtenemos con ello?, ¿cuál es el objetivo?, ¿imponer nuestra opinión o estilo de vida como el mejor?, ¿dar envidia?, ¿dar lástima?, ¿llamar la atención de alguien?, ¿buscar ayuda para un problema?, ¿por qué nos gusta cotillear la vida de otros a través de las redes? (no sabemos si es cierto todo y puede causar muchos problemas, sobre todo en personas más jóvenes, por frustración al compararse e idealizar las experiencias de otras personas)...
En mi caso, la motivación principal de mis publicaciones ha sido casi siempre hacer reír y poner de buen humor o informar de algún acontecimiento interesante, además de guardar un archivo de experiencias que poder releer de vez en cuando, como una especie de diario público, que en este momento, no veo tan inofensivo.
Aún así, no me excuso y ahora, visto en perspectiva, me avergüenzo de imágenes que publiqué en el pasado en las redes, y actualmente, no entiendo por qué querría yo que alguien viese a mis hijos, a mi marido o incluso a mis gatos, o mi casa, o el lugar que estaba visitando en ese momento, en ese instante. Aunque mis cuentas sean privadas, me pongo enferma sólo de imaginarme esas imágenes desprotegidas y viajando alrededor de todo el mundo o utilizadas para dios sabe qué.
Puede resultar algo exagerado, pero si algo me caracteriza y por tanto a este blog, es la flexibilidad por lo que, entiendo perfectamente el uso correcto que pueda hacer el público normal tanto de internet como de redes. Son grandes herramientas de ayuda y, en este "silencio digital" he aprendido a manejarlos sin peligro para la búsqueda de información, de ayuda o de grupos de personas afines con las que compartir una afición.
El experimento ha sido muy positivo, en total y de forma voluntaria no abrí ni una red social en 5 meses y cuando volví a hacerlo fui plenamente consciente de para qué lo hacía (buscaba una receta en un grupo de Facebook que cuelga unas chulísimas). He dedicado todo ese tiempo que perdía procrastinando en internet a la práctica del yoga y la meditación (a la que por fin, le dedico un tiempo diario) y a leer muuuuucho, muuuucho de tantos temas que me enloquecen: de ayurveda, de mindfulness, de medicina china, de minimalismo, de ayuno intermitente, de dietas vegana y cetogénica, de tai chi y chi kung,...
Pero ahora soy más consciente de la adicción que me puede crear el uso indiscriminado de internet por lo que la manejo con calma y desde la distancia, sólo en caso de necesidad. Pienso que sería muy necesaria una asignatura escolar que enseñara a manejarse con destreza en estas áreas y así evitar adicciones y peligros mayores.
Por supuesto, me he acordado mucho del blog y he echado de menos contaros las mil tonterías que me ocurrían de rutina para que os echaséis unas risas y transformar nuestro día a día en escenas que bien podrían haber salido de super-producciones de Hollywood (¿por qué no?).
Claramente, continúo con mis meteduras de pata crónicas, con recetas que resultan en atrocidades culinarias, etc... Así que, en breve, aunque no regrese a las redes, volveré por aquí a contaros las nuevas experiencias de Mrs Bean, un abrazote!!